Este libro nació a partir de una necesidad, la necesidad de contar al público las cosas que he sentido y vivido durante los últimos diez u once años de mi existencia.
En Donde las flores se posan para ver conviven relatos en prosa de las épocas que me han marcado todavía y para siempre: La independencia de mis padres; luego ya en 2001 y antes de la caída presidencial, me dispongo a escribir nuevamente –ya con la percepción del avance de los años y habiendo regresado a Buenos Aires luego de dos años de autoexilio– viviendo en la calle Ceretti, en el barrio de Villa Urquiza. Para terminar el relato, navego por los cantares del 2004 con el nacimiento de mi primer hijo, Lucas, y la casa de Ugarte, llegando a Amenábar.
Estos escritos son mi manera de resguardar reflexiones y situaciones que han tenido relevancia para mí. Y sobrevivieron a través de las épocas.
Donde las flores se posan para ver es el lugar que nos habla de nosotros mismos. Las flores nacen dentro nuestro al instante que aprendemos a iluminar los sitios y así, en algún momento, nos contactamos con el todo y conseguimos con el tiempo que las flores nos miren.