La bitácora (del fr. bitacle, por habitacle) era un antiguo aparato de forma cilíndrica, ubicado en la cubierta de un barco junto al timón, en el cual se ensamblaba una aguja náutica. Dentro de él se creaba, con imanes en su interior y dos esferas de hierro dulce en el exterior, un campo magnético uniforme.
Antiguamente se utilizaba para orientar a los navegantes señalando, en todo momento, el Norte. Por ese entonces, los buques carecían de puente de mando cubierto por lo que solía guardarse en su interior, para ser protegido de las tempestades y los avatares climáticos, el llamado cuaderno de bitácora.
Allí se apuntaban el desarrollo, rumbo, velocidad, maniobras y demás accidentes de la navegación. Un recuento de todo lo que sucedía en el viaje. Y eso es lo que quiere ser este libro: ése cuaderno al que con el tiempo simplemente se lo llamó bitácora.
Un recuento de sucesos, de deseos y de experiencias.
Un manojo de palabras donde se recogen distintos momentos que pueden acontecer en la vida de todos nosotros que somos, antes que nada y después de todo, caminantes.
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