A todos, de una u otra manera, nos atrapa el mar. La belleza, la
fuerza, la calma… Y podría seguir. Manejarse dentro de él no es
cosa fácil, y requiere de ciertas condiciones, no solo físicas, sino
también mentales. En el mar, la actitud es todo. Es el punto de
inflexión, a veces, entre la vida y la muerte.
Siento que estas destrezas son las mismas que se requieren para
perseguir un sueño. El sueño al que Andrew se aferra y que no resigna.
El sueño que sueña que es, al punto de desdeñar la posibilidad
de perder la vida. El sueño de un grupo de gente que cree en el
compromiso, en el actuar correctamente, en el sacrificio.
Dicen que en Roma los centuriones eran elegidos por sus cualidades
de resistencia, templanza, y mando. Hombres de honor, con un
férreo sentido de la disciplina y de la lealtad. Como Andrew, que
no defrauda. Como Ezequiel, escritor y también guardavidas, que
tampoco lo hace en esta novela. Azul y con un lejano sabor a sal,
como el mar, como los sueños. Esta, su primera obra.
Susan Karpp |